LAS CONSTELACIONES Y SUS MITOS
"Y cuál no será mi arrobamiento al descubrir que soy esquirla de una estrella y de su alquimia sensitiva filigrana, que cada átomo en mi cuerpo es su pavesa, cada uno de los seres su progenie, cada cosa más acá de la heliopausa una sombra de su luz.”
Carlos Framb, Un día en el paraíso.
Observar el cielo en una noche despejada es quizá una de las actividades más relajantes para algunas personas. Identificar las constelaciones visibles dependiendo de la latitud nos permite adentrarnos en una fascinante historia que el cielo tiene para contarnos noche tras noche.
Aquí hablaremos brevemente acerca de algunas de estas historias.
Comencemos con un grupo de estrellas fácilmente visibles en el hemisferio norte, denominado la Osa Mayor, que en algunas culturas es llamada de diferentes nombres tal como el arado (en Inglaterra) y la cacerola (en Norte América y Francia). En la Europa medieval estas mismas estrellas fueron vistas como un vagón que contiene una silla de carga; para los Egipcios, estas estrellas representaban una procesión guiada por un toro seguida por un hombre (quizá un Dios) y a sus espaldas los acompañan un cocodrilo y un hipopótamo. La mitología nos cuenta que Juno, la esposa de Jupiter, celosa de la belleza de Calisto (ninfa del bosque), decide convertirla en una osa.
Imagen y copyright: Steve Cullen |
Continuando con nuestra historia, está la constelación de la Osa Menor, caracterizada por su estrella Polaris o Estrella Polar, que ha sido útil para exploradores y navegantes al señalar aproximadamente el polo norte geográfico. Esta constelación, solo visible en el hemisferio norte y bastante tenue, la podemos ubicar muy cerca y al norte de la constelación de la Osa Mayor, cuyas dos estrellas más brillantes podemos utilizar para ubicar a la estrella Polar. Según la mitología, Arcas, el hijo de Calisto, al ver una gran osa decidió tomar su arco y flechas para cazarla sin saber que esa osa era su madre. Juno, al ver esto, decidió convertir a Arcas en una osa más pequeña y poner a ambas en el cielo para siempre.
Imagen y copyright: Rogelio Bernal Andreo |
Orión, una de las constelaciones más sencilla de identificar en el cielo nocturno, gracias a su trío de estrellas alineadas conocidas como el cinturón de Orión, los tres Reyes Magos o las tres Marías, nos cuenta la historia del cazador que siempre va acompañado por sus dos perros, el Can Mayor y el Can Menor. El cinturón está flanqueado por un rectángulo de estrellas brillantes, entre las cuales destacan la gigante azul Rigel y la gigante roja Betelgeuse, una de las más cercanas candidatas a supernova. Al sur del cinturón encontramos tres estrellas más tenues alineadas y aproximadamente perpendiculares, que representan la espada de Orión y cuya estrella central no es realmente una estrella sino la gran nebulosa de Orión, la más grande, brillante y cercana, y fácilmente visible a través de los binoculares y telescopios de aficionados.
Imagen y copyright: Yuri Beletsky |
Adyacente a Orión está la constelación de Tauro, una constelación del zodíaco suya estrella más brillante es Aldebarán, una gigante naranja relativamente cercana. Como Orión, constelación de Tauro es fácilmente visible durante el invierno en el hemisferio norte. La mitología nos cuenta que el toro fue la bestia enviada por la Diosa Hera para acabar con Orión y así evitar que este pudiera alcanzar a las Pléyades, aunque fue vencido finalmente por el Escorpión, otra constelación zodiacal del hemisferio sur, y por estas constelaciones rivales se encuentran en extremos opuestos de la esfera celeste. En Tauro encontramos a las Pléyades, un grupo de siete estrellas relativamente brillantes que en realidad es un cúmulo estelar abierto, es decir, un conjunto de cientos de estrellas dispersas sin un patrón evidente pero muy fácil de ubicar y ver a simple vista en una noche despejada. La mitología nos cuenta que las Pléyades eran siete hermanas hijas del titán Atlas y la ninfa Pleyone, llamadas: Maya, Celaron, Alcyone, Electra, Asterope, Taygeta y Merope. Atlas, al ser obligado a cargar el mundo sobre sus hombros, dejó desprotegidas a sus hijas ante Orión, quien las persiguió durante siete años y Zeus, al ver esto, decidió en convertirlas primero en palomas y luego en estrellas. Y así, también en el cielo Orión parece ir en pos de las Pléyades, dada su proximidad.
Imagen y copyright: Jerry Lodriguss |
Andrómeda, una constelación visible durante la época de otoño en el hemisferio norte, contiene varias estrellas llamativas para el estudio de exoplanetas, ya que en algunas de ellas se han detectado algunos así como la bella doble roja y azul Almach, visible a través de telescopios. La mitología nos cuenta que Andrómeda era hija de los reyes Cefeo y Casiopea. La última, tras presumir de la belleza de su hija, provocó la furia de Poseidón, dios del mar, quien decidió inundar la tierra y enviar al monstruo marino Cetus para que acabase con los hombres y el ganado. Cefeo, su padre, por recomendación del oráculo Amón, decidió encadenar a Andrómeda a unas rocas cerca de la costa como sacrificio al monstruo. Perseo al verla allí, encadenada, se enamoró de ella y decidió ir a rescatarla y pedirle su mano a sus padres tras acabar con Cetus. Así, Perseo terminó venciendo al monstruo Cetus y tomando a Andrómeda como esposa. Al morir Andrómeda, la diosa Atenea decidió ponerla en el cielo junto a su esposo Perseo, su madre Casiopea y su padre Cefeo. En la constelación de Andrómeda se encuentra la célebre galaxia que lleva su mismo nombre, la más grande, brillante y cercana a nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. Al igual que las Pléyades, la galaxia de Andrómeda puede ser ubicada fácilmente a simple vista, y apreciada mejor a través de unos binoculares o un telescopio de aficionado.
Imagen y copyright: Matteo Dunchi |
Perseo es una constelación especialmente conocida, puesto en ella se ubica el radiante de la “lluvia de estrellas” de las Perseidas, visibles hacia el 11-12 de agosto cada año. La estrella más brillante es una estrella super gigante blanco-amarilla llamada Mirfak, la cual brilla con una intensidad equivalente a 5000 soles, y la segunda más brillante, Algol, que representa la cabeza de Medusa, es una célebre estrella variable de eclipse (un par de estrellas obrando que se eclipsan). Nos cuenta la mitología que Perseo era hijo de Zeus y la mortal Dánae, y emprendió una expedición para matar a Medusa, contando con el apoyo de los dioses Hermes y Atenea. Perseo se internó en la morada de las Gorgonas, donde habitaba Medusa, armado con el escudo de Atenea, unas sandalias aladas y el casco de Hades, que volvía invisible a quien lo usara. Cuando hubo hallado a Medusa, Perseo usó el escudo de Atenea como espejo, evitando así ser convertido en piedra por su mirada y poder decapitar a Medusa, de cuya sangre tras ser decapitada surgió Pegaso, el caballo alado, constelación adyancente a Andrómeda en el cielo. Así Perseo, valiendose de la cabeza de Medusa y montado sobre Pegaso logró vencer al monstruo Cetus, rescatando así a la encadenada princesa Andrómeda.
Imagen y copyright: Amir Hossein Abolfath |
Todo lo anterior hace parte de las antiguas creencias mitológicas griegas, lo cual nos lleva a preguntarnos qué historia podríamos escribir nosotros hoy en cielo. Quizá, como decía el famoso astrónomo y divulgador de la ciencia norteamericano Carl Sagan, si escribiéramos nuestras historias actuales en el cielo, llamaríamos a las constelaciones con nombres de objetos de nuestra moderna vida cotidiana tales como vehículos y aparatos domésticos. Diferentes culturas y épocas ven cosas diferentes en el cielo, que nunca deja de generarnos reverencia, curiosidad y asombro.
Johnny Agudelo
Muy bueno!...gracias!
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