CONJUNCIÓN EN SOLSTICIO
Hoy es 21 de Diciembre de 2020, sin duda un año aciago para todos. Es el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Pero, pese a las falsas alarmas, especulaciones, profecías y teorías de la conspiración que circulan por doquier, no seremos testigos de ninguna “estrella de Belén”, ni del tan aplazado fin del mundo, ni de ningún otro cataclismo de proporciones planetarias diferente al que ya nos agobia desde inicios de año.
Lo que realmente veremos, si el clima lo permite, es una conjunción de los planetas Júpiter y Saturno, que no se acercaban tanto, vistos desde nuestra perspectiva terrestre, desde el siglo XVII, cuando Kepler y Galileo aún vivían. Eso, y no otra cosa, es una conjunción planetaria: cuando dos astros, en este caso los dos mayores planetas del sistema solar, se encuentran muy próximos en el cielo, aunque en realidad esto sea efecto de nuestra perspectiva y dichos planetas se encuentren en realidad separados por cientos de millones de kilómetros (la distancia media a Saturno desde el Sol es casi el doble que la de Júpiter). Lo mismo que ocurre con ciertas estrellas dobles, que se ven muy próximas desde la Tierra pero en realidad están separadas por años-luz, aunque aproximadamente en la misma dirección. O cuando la Luna en su movimiento a través del cielo oculta a algún planeta o estrella mucho más distante. Con suerte, podremos ver a ambos planetas, visibles a simple vista como estrellas más brillantes que el promedio pero con una luz más estable (puesto que los planetas son discos de luz, en lugar de puntos de luz como las estrellas, así que su luz se tambalea menos al atravesar la atmósfera) cerca al horizonte sur-occidental al caer la tarde. Con ayuda de unos binóculos o un telescopio se podrán apreciar ambos planetas, Saturno con sus majestuosos anillos y Júpiter acompañado de su cuarteto de lunas mayores (Io, Europa, Ganímedes y Calisto) en el mismo campo visual, pero tampoco tan juntos que alcancen a verse como una sola estrella y por eso no veremos ninguna “estrella de Belén”. Y para complementar el show, la Luna creciente estará más arriba de ellos en el cielo.
Además, para añadir a los presagios infundados, esta poco frecuente conjunción planetaria coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, que corresponde al día más corto –o con menos horas de luz solar– y por tanto a la noche más larga del año, o también con el punto más al sur al que se desplaza el Sol, a partir del cual vuelve a reanudar su recorrido para llegar en Junio hasta el punto más al norte o solsticio de verano, que corresponde al día más largo o con mayores horas de luz solar y a la noche más corta, pasando antes por un punto intermedio equidistante de los solsticios llamado equinoccio de primavera en Marzo, en el cual se equilibran la duración del día y la noche (también hay un correspondiente equinoccio de otoño en Septiembre). Estos son ciclos que se repiten año tras año, que están directamente asociados a las estaciones y que se conocen desde la antigüedad. Por esta razón, no hay nada que temer ni de la conjunción ni del solsticio, aparte del temor usual de los astrónomos aficionados de que el cielo se nuble y no se pueda apreciar el espectáculo celeste.
Juan Diego Serrano
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