LA BÚSQUEDA DE NUEVOS MUNDOS

 “Nos encontramos en un gran umbral en la historia de la exploración espacial humana. Si la vida predomina en nuestro vecindario galáctico, está dentro de nuestros recursos y alcances tecnológicos ser la primera generación en la historia humana en cruzar finalmente este umbral, y aprender si hay vida de algún tipo más allá de la Tierra”

Sara Seager


Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)


Por millones de años los seres humanos han habitado el planeta Tierra, donde observar el cielo ha sido fuente constante de preguntas. Una de las más importantes es cómo se formó nuestro planeta y en general cómo se crean los planetas. También hemos especulado acerca de la posibilidad de habitar otros planetas y conocer nuevas formas de vida extraterrestre. Quizá aún estemos demasiado lejos de poder visitar incluso el exoplaneta más cercano (Proxima Centauri B), ubicado a 4.2 años luz de nuestro planeta, lo cual significa que si enviáramos un satélite que pudiera viajar a la velocidad de la luz, tardaría en llegar un poco más de 4 años. Desafortunadamente no disponemos de una tecnología semejante para lograr tan objetivo, y quizá no la tendremos en mucho tiempo.


Antes de imaginarnos la vida en otro planeta, tomémonos un momento para pensar en la formación de los planetas (incluido el nuestro). Hasta el año 2005, se creía que los planetas rocosos se formaban cerca de la estrella -en nuestro caso, el Sol- y que los planetas gaseosos se formaban en zonas más alejadas. En el año 2005, un nuevo descubrimiento sugirió que planetas gaseosos gigantes (Júpiteres calientes) orbitan a gran velocidad en zonas muy cercanas a la estrella y posteriormente se van alejando de la estrella. Este descubrimiento también sugiere que los planetas más pequeños como la Tierra se formaron por las colisiones de pequeños fragmentos de hielo y rocas o planetesimales, que fueron formando discos protoplanetarios que a su vez se fueron aglutinando en grumos hasta formar los planetas. Estos fueron impulsados hacia el interior del sistema solar por el efecto gravitacional producido por los gigantes gaseosos.

Recordemos que al momento de su formación un planeta rocoso como la Tierra es blanco de numerosos impactos y fuente de violentas erupciones volcánicas, hasta que logra un equilibrio donde se podrían empezar a desarrollar las condiciones para que la vida florezca, pero no es tan sencillo. Los científicos planetarios y astrónomos han calculado cuál es la zona ideal o “zona de vida” (la distancia apropiada de su estrella) para que la vida como la conocemos se desarrolle en un planeta. Para ello se tiene en cuenta no solo la distancia a la estrella sino también otros factores como la inclinación de la órbita del planeta, su metalicidad y la composición de su atmósfera, entre otros. Pero encontrar un planeta que sea ideal para que en él se desarrolle la vida parece ser imposible; recordemos que la vida en la Tierra se dio casi por azar, es decir, estamos a una distancia ideal de nuestra estrella, el Sol, lo que nos permite tener una temperatura superficial promedio de 19ºC, pero este no es el único factor que nos permite estar vivos. O mejor dicho, la vida se desarrolló adaptándose a dichas condiciones predeterminadas, y no hay razón para pensar que esto no haya ocurrido en otras partes del universo. También la presencia de Júpiter ha actuado como un escudo anti-cometas y asteroides que podrían impactarnos y borrar la vida de la faz de la Tierra. Pero quizá muchos de los exoplanetas que se encuentran en la zona de habitabilidad no cuentan con escudos como Júpiter que eviten los constantes impactos.


Recientemente se viene planteando la idea de encontrar en otros planetas civilizaciones no biológicas, es decir, civilizaciones tecnológicas basadas en la inteligencia artificial. La idea parece a primera vista un poco confusa y descabellada, pero si lo pensamos dos veces no lo es tanto. De hecho, suponiendo que en Próxima Centauri B haya “alguien” observando hacia nuestro sistema solar, pero que en lugar de enfocarse en la Tierra se enfoque en Marte, el planeta rojo, encontraría algunos objetos aparentemente con “voluntad" propia orbitando el planeta y otros posados sobre su superficie. Nosotros bien sabemos que estos objetos han sido diseñados y enviados por nosotros precisamente con el objeto de investigar este planeta y saber si hubo vida en él en algún momento, pero para quien que observa a 4.2 años luz de distancia y que quizá desconozca este tipo de tecnología las conclusiones pueden ser contundentes: “En ese planeta rojo existe una civilización tecnológica autónoma”.


Quizá nos sentimos tan solos y tan llenos de preguntas en este vasto universo que tenemos afán de encontrar una respuesta afirmativa a una de las preguntas fundamentales de la naturaleza: ¿Hay vida en otro lugar del universo?. Desde mi perspectiva, la pregunta debería ser más bien: ¿Dónde están esos otros seres vivos?



En conclusión, no dejo de pensar en la existencia de planetas (o lunas) donde abunde la vida, o que quizá en este instante en algún lugar (o en muchos) del vasto universo se están dando las condiciones perfectas para que la vida se desarrolle, pero por lo pronto no disponemos de una tecnología que nos permita ir más allá de los estudios teóricos, al menos más allá de nuestro sistema solar.


   

Johnny A. Agudelo

 

Comments

Popular posts from this blog

ROBERT OPPENHEIMER: CREADOR Y DESTRUCTOR DE MUNDOS

HIJOS DE LAS ESTRELLAS

¿DÓNDE ESTÁN TODOS?